miércoles, 21 de febrero de 2007

Uno no se imagina cuanto de tiempo desata una colision. Cuanto desata, y entre tanto, nos va atando.
Una vida,
dos muertes,
un canto,
una escansión.
Un comentario,
quizás dos.
Un hola un adiós,
una finidad vicisitudes,
un camino,
una guerra,
una revolución,
un adiós un hola,
un tal vez hoy,
una mirada cuatro ojos son,
cuatro piernas,
cuatro brazos,
saber dos.
Dos sonidos,
dos espacios,
dos juegos,
dos bocas,
dos cuorazas,
una memoria,
una canción...
Uno no se imagina y, aunque se imagine, desata tiempo, desata dos, y locos, lo que ya son...
Como las calles, luces y ambas,
como los perros, como los gatos,
como los pollos y sus gallinas.
Como los caballos que van corriendo,
como las aves que van flotando,
como las calles de nuevo.
Como las playas, como lo mares,
como los dioses, como los hombres.
Como lo humano y lo inhumano,
como los juegos, los ciruelos,
las manzanas, como las mujeres,
como los olores. Como la muerte, como la vida,
como, como… como tanto que sólo pierdo
el intento deglutando…

Pido parte de mi memoria.

-Siempre estuve de aquí y de allá. Nunca unido a alguien. Como la familia, casi nunca unida. Los pocos momentos que se presentaron como una unión se daban en las carreteras, de aquí a allá y de vuelta. Recuerdo la casa, una casa departamento en el centro de una Ciudad vecina (Cuernavaca una provincia) una casa de maderas y de cuadros, oscura, fuerte, de maderas fuertes, café. Los cuadros de trazos tenues y difusos, nada estructurado, no yo, los cuadros. Las pinturas. Sin colores, reina el café. Pláticas entre adultos, solo un niño, yo, Ernesto entre los doctores, pues para ese momento ellos tenían mi credibilidad.
Recuerdo la noche, café, más café. Sentados en una mesa. Entre pláticas, risas y temores. Para ese momento tendría 5 o 6 años, cinco dedos en cada mano. Curiosamente solo recuerdo 5 allí, nada curioso.
Surge otra madera… nada curioso. La guillotina…
Oscura como el mismo oscurantismo. Nada curioso.
La platica que recuerdo, es sobre el uso de la guillotina. Palabras más que conforme la hoja caía, a mí me aterraba. Cortar la cabeza. Allí no esta todo. Me aterra escuchar como aún después de separada la cabeza del cuerpo, de las manos, de los dedos, aún así, aún allí, les muestran el cuerpo separado…

Lo imaginé y la vi viéndome. La cabeza separada con boca abierta de pez.

Surge la noche más noche. Y entre la duermevela y el temor, escucho que cuando me duerma acudirán a un bar o algo parecido. Ahora recuerdo que justo cuando abren la puerta, me levanto con angustia, pues las maderas me imaginan la guillotina.
No dormía, pues pensaba que me dejaría con mi imaginación, a la cual no la sabía como tal. Para mí estaría presente el cuerpo y la cabeza a un lado-

Y yo, yo en ese instante me moría.

Entre Noto

Suena el bajo. Bajo los ojos y cierro los mismos con los dedos entre mí y los acordes que suelta mi memoria. Notas, noto… un solo. Es entonces cuando reconozco tus sostenidos manifiestos que se van desplazando conforme el medio traste que los dedos recorre sobre el brazo que mantiene olores.
Bajo, piano, piso el suelo, saber donde me sostengo.
Un rojo bemol me trae una ráfaga humeante de contenidos. Se deposita, lo deposito. Es delicioso el son arte. Un arte del cual me encamino a dejar…
No pido más que una sonrisa,
una deli-cada sonrisa que sepa mía,
que sepa para mí.
Que sepa tuya, que sepa a ti.
No pretendo sostener mi hueco,
ni postengo llenarlo.
Con mi huequito así es que te amo.
No pides lo que no tengo ni lo que tengo por igual.
No pido lo que no tienes, ni lo que tienes saborear…

Allí esta mi amor…