jueves, 4 de enero de 2007

Las palabras se van contigo...

Las palabras se van contigo… le coloco un hilo tejido desde mis manos agarrando las suyas. Amarrando las estrellas, esa que más te gusta, la que brilla cuando hay luz, luz de día, luz de tarde, luz de noche. Las palabras se quedan conmigo… les pongo un estambre de sonidos que se van colocando en partituras sonoras que con sus tonos enmarcan libremente mi vida. El marco, no es necesario. La marca quizá. Porque, como no hablar de un trazo cuando los crayones de mi vida (mis dedos) le quieren.

Los vientos soplan en la vela, no la apagan, no la encienden, la hacen andar. La nave, cargada de nísperos, de aceites, de oliva, fructiferean la balsa. Soplan los vientos en la vela. Nubes caracoleadas, se rompen en la brisa que sueltan tu voz, se rompen en el borde de madera de esta nave. Navegamos y oleadas de cantos vociferamos.

Va alza la vista, mirando su pelo enredado con las estrellas, donde ahora sé el motivo, la función de las mismas. Y usted enjuga una de ellas para ponérmela, para deleitarme con un nombramiento que suena desde su centro y así el viento tácitamente, su aliento, manifiesta mi ser.

Me alienta saber que usted boga, no por mí, no por ti, sino conmigo. Que suenan de ves en vez, los remos contra el timón, que reman de aquí y de allí, formando estelas marinas con tu dedo.

Le coloco una frase, un mayor, un tren, una ida y una vuelta. Le loco, le yo, le tú. Y las palabras… ellas regresan contigo



Ernesto

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