jueves, 4 de enero de 2007

Y es entonces cuando yo comienzo a cuidarte del frío que se puede colar por algún descuido mío, y empiezo a mimarte y se van desapareciendo las frágiles diferencias que sostienen las vicisitudes de lo cotidiano y entramos en una unión azarosa que sólo nosotros dos podemos comprender y hablar sin pronunciarnos. Y yo te mimo y mis manos lo empiezan a igual hacer en tu cuerpo mientras van arrastrándose por toda tu, recorriéndose entre las fisuras de tus labios, de tu pequeña lengua, mimándose de ti y tu de mí, mimetizando nuestros espacios cazarosos.
Y es entonces cuando renuevo el frío cuidadoso que se cuela y poda tus olores, y así, de nuevo, la secuela por algún descuido, tú, yo…
Ernesto CU.

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