jueves, 4 de enero de 2007

Sueno mi voz en tus muslos
que no muerdo ni beso,
muslos que no muevo, ni tiento terso.
Sueno mi voz, mi voz conmigo
aquí, aquí de mí,de mí despierto. De mí, sueno.
Sueno mi voz entre tus manos,
entre tus uñas, entre tu pelo
que no toca mi rostro por las mañanas
o por la tarde basta.
Por tus manos que suenan como lechuza
asustada, como papel al acecho.
Por tus caderas innocuas de color intenso
como trozos diminutos de cristales revueltos
en el tiempo.
Voy sonando calladamente mi sonido
por tu espalda, por tus piernas rojas
que sostienen mi cuerpo.
Sueno en ti, sueno y risueño
coloco mi oído en tu vientre para oír
algún bostezo, un rugido, algo terco.
Siento mi sonido en tus dedos, en tus palmas
en tus pies.
Siento y sueno en tu sombrilla
cubierta y protegida por tu mirada calma,
así, justo como cuando sueltas en mis ojos
la sutil sonrisa que resbala a ellos.
Sueno entre senos,
entre catetos y convexos, sueno sin sonar
sin brincar en ellos,
entre versos sueno, sueno de mí.
Sueno con la piel en las paredes para lustrar
el paso de tus sueños. Gariboleando,
garabateando uno a uno, y dos a dos.
Sueno, de aquí y de allí,
un sonar que se produce como
viento que sopla entre tu silencio
caminando, paso por paso
como impidiendo el abismo de tu mirada.
Y de mi, sueno.
Ernesto C.U.

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