jueves, 4 de enero de 2007

Tocar sus manos

Uno siente la sapiencia en ellas (en las manos). Uno las recorre sobre el aire partiendo y jugando como un papalote deshilado. Era la primera ocasión en que el sudor jugaba revoloteando la cabeza de los dedos. De sus dedos. De dos. Me partía, me partí.
Entremos en la alegoría distante de los juegos. Se distrae y corre para saber quien del otro lado. Maldito lado casi suelto entre dientes, si no es por que tapo éstos con los labios y aprisiono mis labios con las manos. Suena y sonó por completo, aún suena. Y es que tocar sus manos es tocar un pedacito de lo basto que deseo.
Suelto mis labios presos de quereres, quehaceres oblicuos que suenan acá, de este mi lado.Uno no se imagina lo que se despierta cuando los ojos rozan los suyos marcados de infinita sonrisa, elocuencia, una secuencia que brinca y salta sin predisponer el espacio.
Uno imagina los ojos en las manos.
Diciendo, mira, mira como se desenvuelven en tu palma, alma que manipula lo mío. Ahora van los tuyos... Se cae el telón, se abren los parpados y miras sin saber donde apoyar la vista.Los colores retoman su camino, estela de fuegos descubiertos.
En ellas uno sostiene la paciencia rozada. Partiendo, partido, un juego empezado, donde tocar sus manos es recorrer imaginarios…
E. C Urquiza

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